Yo que nunca aprendí a tocar guitarra, y tenía las uñas largas, de gran concertista, de trasvesti en resaca tremolante, uñas largas para el Aria de Bach sonando como un nintendo desafinado, como una mezzo en su última presentación, Yo, que nunca aprendí a tocar guitarra, y hacía vibratos con el tubo del ómnibus, como si la guitarra fuera en realidad un cello, un clítoris que lograba potenciales de accción bajo mis yemas, el timbre de la puerta que suena en el espamo imprevisto.
Yo nunca aprendí.
Yo cargaba con mi instrumento como quien tiende una playa ante los otros, y los invita a sentarse, a tomarse un jugo de mango, los invita a escuchar a Mozart, o Haydn, o teleman... pero no había música más que en mi impúber mosquitero, en las gasas por donde me escapaba.
Caminaba por 250, doblaba en 27, y el tema entraba en las cuerdas graves, como al final de Aranjuez (segundo movimiento, el que se sabe la gente...) el tema entraba, bien marcado, bien lento, y yo me preguntaba si serían blancas, o un ritardando, o una metástasis que ahoga al guitarrista que nunca seré.
Yo, que nunca aprendí, miraba la música como quien mira un animal triste, de ojos redondos, un animal sin barcos, sin alfiles listos, sin luz; y por entre sus toldos veía un vapor, su ascenso lunático que me perdonaba la envidia, me perdonaba mi ausencia de los tálamos fundadores, mi ausencia de la audacia y las escalas cromáticas, de Darius Milhaud, y Mozart, y de mi propio jugo de mango... mi ausencia de la esquina de Aranjuez y de los premios, yo, que nunca logré afinar la prima, que nunca aprendí a tocar guitarra.
TUGUCHIS solamente publica textos urbanos y de acuerdo con los movimientos culturales contemporáneos que se suscitan en el estado de Chiapas, y particularmente en la capital de Tuxtla Gutiérrez; el consejo editorial está abierto a comentarios, sugerencias, mentadas y textos de quienes crean que reúnen los requisitos para aparecer en esta hoja; sin embargo anticipa que no todo texto recibido será publicado, ya que se someterán a revisión por parte de los integrantes del consejo.
Este es el blog del TUGUCHIS fanzine, una hoja que pretende rolar por las calles de Tuxtla, como producto de la imaginación y holgazanería de sus editores y colaboradores. Surge por pura pinche vanidad de ser leídos, y después de que los que aquí escriben fueron rechazados de cuanto fanzine hay en la ciudá. Distribución gratuita. Creada pa’ tuxtlecos desde conejolandia. ¡A huevo!
Tuguchis Vol. 1 No. 2
El TUGUCHIS se desplaza por la ciudad, recorriéndola de Oriente a Poniente sin cesar; transportando a señoras de la central de abastos a Terán, cargados de frutas, verduras y legumbres; a más de uno que otro estudiante que vive en la Patria y va a la Universidad con sus $4.00 de ida y $4.00 más para regresar. Sólo los tuxtlecos entendemos lo que TUGUCHIS significa. No sólo es una abreviación, no sólo es un camión viejo que anda de un lado a otro, es un símbolo de nuestra identidad; como la antigua fuente Mactumatzá, de la que tanto se ha hablado y prevalece en nuestros recuerdos como parte de la memoria histórica de esta capital; a la que a pesar de sus condiciones, el capitalismo se empeña en convertir en ciudad-mercado, ahora llena de plazas y centros comerciales, muy al estilo gringo. Este 2008 empezamos el TUGUCHIS un tanto retrasados en la edición por cuestiones técnicas, llámense a estas “formateo de disco duro”; el cual trajo consigo la pérdida total de la segunda edición, misma que con gusto reconstruimos para, por fin, salir a la luz y los ojos de usted que ahora nos tiene en sus manos y nos lee.Desde esta clandestina oficina, le deseamos una agradable lectura y ¡¡¡Salud!!!, pásele a lo barrido y que sus ojos nos transiten gustosos.
Tuguchis Vol.1 No. 3
Hoy que la fotografía de la portada nos pone sentimentales y nos decimos que este es el Tuxtla que ha quedado colgado en los corazones de nuestros abuelos, guardado en los baúles de las casas viejas donde corrieron nuestros padres, donde perdimos el recuerdo mientras crecimos; nos damos cuenta de que somos unos románticos sentimentales y que a cada paso que damos hacia delante, ya estamos sintiendo que venimos de muy lejos. Algo así nos pasa con el TUGUCHIS, que después de haber probado dos formatos, al fin llega a su formato definitivo. Tenemos muchas cosas de qué hablar, pero a falta de papel nada más les contaremos que con el número anterior nos decidimos a subirnos a los colectivos y repartir hojas a todo mundo. Al principio con algo de pena, con la expectativa de saber cómo reaccionarían los pasajeros, pero cuando vimos que leían y reían, pues que agarramos valor y empezamos a distribuir entre la gente de la parada y todos los que nos encontramos por las calles y ¡Oooohhhh!, la sorpresa: no es que la gente no lea, es que no les damos qué leer… Por otro lado también vale la pena decir que la presentación de nuestra segunda edición fue todo un éxito y, al menos en la Facultad de Humanidades, ya todos saben de qué se trata. Nos sentimos muy contentos de que, gracias a la cooperación voluntaria de los camaradas de la Universidad, este número verá su tiraje altamente engrandecido. Desde el TUGUCHIS Redaction´s Center los invitamos a subirse a este viaje y llegar lo más lejos que puedan. Y si manejamos muy feo, asté dispense por favor.
Tuguchis Vol. 1 No. 4
Nuevamente desde el TUGUCHIS Redaction´s Center clandestino S.A. los saludamos estimados conciudadanos del mundo tuguchesco, con este número especial dedicado a la obra de nuestro querido amigo Hugo Huitzilopochtli, el tuxtlanauta mayor; con cuya obra hemos ilustrado este número, uniéndonos al festejo de sus quince primaveras como artista plástico (A ver si así nos invita a la pachanga) del mismo modo que notarán una gran diferencia en el diseño de esta edición, hecho que debemos agradecerle a nuestra estimada Érika Paz, quien se ha unido a esta locura editorial favoreciéndonos hábilmente con sus artimañas gráficas. Adelante pues amables lectores, que les sea leve este asunto de la vida y disfruten esta hoja que el viento ha traído hasta sus manos.¡Salud!
Tuguchis Vol. No. 5
Con este número celebramos el éxito que ha acompañado a las anteriores ediciones, llevando al TUGUCHIS fanzine no sólo a otros Estados de la República, sino que incluso se ha cruzado el charco llegando allá, a la meritita Ciudad de La Habana, Cuba, desde donde el poeta Isbel Díaz Torres se hermana con nosotros, invitándonos a leer Marpacíficos. Nuevas letras hacen su aparición en esta hoja y nos lanzamos a las calles con el objetivo de alcanzar a los tuxtlecos que deambulan por la ciudad y regalarles unos minutos de palabras robadas al pavimento chamuscado por el sol que en estos días de verano arde y quema, pero como siempre nos alumbra. Y recuerden, amigos lectores que como dice Baudelaire hay que embriagarse sin tregua. De vino, de poesía o de virtud, a nuestra elección. Pero embriaguémonos. ¡Salud!
3 comentarios:
NO SE LLAMA TOCARTE, ES "TOCAR"...
TOCAR
Yo que nunca aprendí a tocar guitarra,
y tenía las uñas largas, de gran concertista,
de trasvesti en resaca tremolante,
uñas largas para el Aria de Bach
sonando como un nintendo desafinado,
como una mezzo en su última presentación,
Yo, que nunca aprendí a tocar guitarra,
y hacía vibratos con el tubo del ómnibus,
como si la guitarra fuera en realidad un cello,
un clítoris que lograba potenciales de accción bajo mis yemas,
el timbre de la puerta que suena en el espamo imprevisto.
Yo nunca aprendí.
Yo cargaba con mi instrumento
como quien tiende una playa ante los otros,
y los invita a sentarse, a tomarse un jugo de mango,
los invita
a escuchar a Mozart, o Haydn, o teleman...
pero no había música más que en mi impúber mosquitero,
en las gasas por donde me escapaba.
Caminaba por 250, doblaba en 27, y
el tema entraba en las cuerdas graves,
como al final de Aranjuez (segundo movimiento, el que se sabe la gente...)
el tema entraba, bien marcado, bien lento,
y yo me preguntaba si serían blancas,
o un ritardando,
o una metástasis que ahoga al guitarrista que nunca seré.
Yo, que nunca aprendí,
miraba la música como quien mira un animal triste,
de ojos redondos,
un animal sin barcos, sin alfiles listos, sin luz;
y por entre sus toldos veía un vapor, su ascenso lunático
que me perdonaba la envidia,
me perdonaba mi ausencia de los tálamos fundadores,
mi ausencia de la audacia y las escalas cromáticas,
de Darius Milhaud, y Mozart, y de mi propio jugo de mango...
mi ausencia de la esquina de Aranjuez y de los premios,
yo, que nunca logré afinar la prima,
que nunca aprendí a tocar guitarra.
Victor y Angélica agreguenme a su msn. Les interesa.
Saludos.
info@vozquemadura.com.mx
Fausto
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