La bestia abre los labios
de sus fauces sale un rugir hambriento de placer
Deseos apetitosos perturban la mano que
recorre encendida los pechos
mojados en saliva
Remordimientos fríos
con savia dolorosamente ardiente
mordisquean senos congelados
Celibato devorado en garras de un sexo
intangible
Ambrosía derramada sobre una piel sudorosa
Todo es pecado mas la bestia
incapaz de reconocer la doctrina
lame furiosa
el pene erecto del macho
(Ilustración de Domingo Flores)
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