jueves, 12 de febrero de 2009

Hubo un entonces

Por Azathot






Hubo un entonces cuando los chuchos todavía no olían culo. Ahí se conocieron, ella no se llamaba vainilla ni él era el bombón asesino, eran otros chuchos en otros tiempos, cada quien por su lado, el bombón me contó que vivía con una señora cuarentona que le enseño a dar besos de lengüita y a hacer busitos, -humm, se relame los bigotes de recuerdo -pinche chucho pensé yo- y ella, la vainilla, vivía con un solterón que le encantaba acariciarle su cosita, kichi, kichi, kichi le decía y la otra solícita acudía, hasta que un día por azares del destino, el solterón y la señora se conocieron, y comenzaron a platicar de sus respectivos chuchos, y que no que si y que gua guá.
Así; otro día, que se encontraban los tórtolos en reciente romance, también se conocieron el bombón que no se llamaba bombón y la vainilla que se llamaba diferente todavía, luego luego el bombón le fue a oler su colita a la vainilla, (esa fue la primera vez en la historia perruna) y ella le correspondió con un suspiro de chucha enamorada al instante, así transcurrieron varios días, los dueños contentos de que se gustaran; hasta que otro día, a la vainilla se le alborotó la coliflor y aprovechando que la puerta estaba abierta, se escapó en busca de “un amor mas ardiente que el que yo le ofrecía”, -es la versión del bombón, que conste, y pues no le quedó mas remedio que seguirla y romperse la madre contra cuanto cabrón otro chucho que se quisiera pasar de lancetón con la vainilla, y su perseverancia y aferradez, dieron su fruto, pues al final ella accedió, pensando que solo así podría disfrutar de toda la perrada que estaba ahí dispuesta esperando una señal; cansado y contento ya no le importó que los otros complementaran su misión.
Cuando la calentura y la pasión se disiparon, se dieron cuenta que estaban perdidos, los rastros olorosos del camino se habían borrado en la confusión de muchos miadores al mismo tiempo, y así siguieron caminando y luego sintieron que tenían hambre y no había que comer; ah, como añoraron las croquetas pedigrí, nada, pura calle de cemento, los otros chuchos se recogieron en su propias casas, pero estos dos, no sabían ni a donde iban, el sol cada vez calentaba mas y comenzaban a hervirles los pensamientos, agua, tan siquiera un poquito de agua, nada, hasta que ya cuando estaba anocheciendo el cuarto día de callejeros, cansados se echaron a dormir en el quicio de una puerta; bien jetas estaban por el cansancio y la falta de comida, que casi los atropella el dueño de esa casa, que en ese momento iba llegando del trabajo; antes se habían metido en una escuela de niños bien y casi llaman a los bomberos y al control de plagas, y hasta a la perrera de la delegación, -ah, que pinches chuchos, pensó el dueño de la casa cuando los vio ahí tirados cuan largos eran a la mitad de su entrada, luego los miró mas detenidamente y le gustaron… pero a su mujer no le gustaban los perros, y eso era lo que ellos eran a pesar de parecer borregos que anduvieron en el lodazal, luego se acordó de doña Gertrudis que tenia albergue pa' chuchos, y que vivía a la vuelta de la esquina, ahí dejó el carro y se fue a ver a la doña, al ratito ya estaba ella cacerola de comida en mano, llevándose al bombón que no se llamaba así todavía y la vainilla que tampoco así se llamaba, a su casa albergue granja de rehabilitación de chuchos de todos tipos, luego por azares del destino chucheril, la doña conocía a una maestra de la escuela donde se habían metido primero, y tal vez sabía que quería un su chucho pa' que cuidara la casa y para adorno a la vez, y que se los enseña ya bañaditos y perfumados, de peluche parecían, vel rosita les han de haber puesto, y así fueron a dar a una casa bien bonita, con harto jardín y varios niveles pa' jugar y echar brincos, hay ardillas pa' corretear en la imaginación pues nunca las alcanzan, también una que otra rata, y algún gato, ¡pura maravilla! Y no se diga de las dueñas, que luego luego los rebautizaron: bombón y vainilla, comenzando con la abuelita nomas de canas, y terminando con don deivis pasando por las mas chidas, las gemelas, doble maravilla, comida segura, posibilidad de dominio y control, unas cuantas pruebas para comprobar: sí, se dijeron entre si, actúan igual que los primeros dueños, nos ven como humanitos medio tontos, y podemos hacer berrinche y llorar para lograr el objetivo, que maravilla. Solo les hacia falta un lugar menos frio para dormir, pues no todos los días los iban a dejar dormir adentro, unas cajas de cartón junto al calentador, y unos trapos, ayudaban a mitigar el frio de la madrugada a menos 0 grados pero no era lo deseado.
Hasta que ¡tan tan! Que llega un barbudo; "al oír ruido en la puerta de entrada, comenzamos a ladrar, un tanto para desquitar la comida y el buen trato, otra por puras ganas de hacer bulla, pero luego oímos el ruido clásico de la llave que entra en la cerradura y abre la puerta, entonces nos callamos pues los que traen llave son de la casa, y chan chan chán, ¡sorpresa! Un barbón apareció y todavía faltaba pa navidad, y luego luego el güey que nos chifla así bajito con cariño wiijiwiiji y pues nos alborotamos y comenzamos a brincar y entonces pintó su ralla, no trepen nos decía y a la vez ponía la mano para evitar el contacto de nuestras patas con su ropa, uta, que delicado me dije luego luego, y luego al insistir en la brincadera soltó el primer putazo que pasó zumbando por mi cabeza, este güey habla en serio pensé, y le baje de güevos al festejo del recién llegado".
"Todo marchaba de maravilla, este güey o sea el barbudo, nos acondicionó una casa que les oí decir fue del difunto babas, un gran san Bernardo, que se murió en la raya cogiéndose a una congénere en su agonía. Que no, que fue del desaparecido balám que se fue a Chiapas a luchar con los zapatistas, en contra del mal gobierno, pero también dice don Deivis que era la casa que nunca tuvo el difunto Oso, el único que si cuidó la casa, se rompió la madre con los malos vecinos y al final le echaron montón una jauría de canes enardecidos por la envidia de no poderlo madrear individualmente, ni siquiera de tres en tres; un día lo atacaron doce a la vez y triste desenlace, dice don Deivis que el dueño salió con el machete pero el daño ya estaba echo.. –bueno, interrumpió el bodoque a la tierna vainilla, única merecedora de llamarse como se llama, el otro será bodoque de aquí en adelante, ahora les cuento porqué:
“Resulta que un día me metí a la cocina y estaba muy cómodo debajo de la mesa y las dueñas comenzaron a llamarme para que yo saliera y yo nada güey, nomas me hacia rosquita y ponía cara de yo no fui, cuando va entrando el puto barbón, y en caliente se agacha y mete la manota y me dice a ver putito, vas pa' fuera, y ya casi me coge del pescuezo cuando la dueña abuelita solo por las canas, le grita que me deje en paz, y al titubear el gandaya que le clavo el colmillo en la punta de un su dedo, y vi la chispa de coraje en sus ojos, que si no hubieran estado ellas, de seguro medio me somata a chingadazos, “porque eres violento” oí que le dijeron un día que se la hicieron de pedo por haber ofendido al mismísimo tío sherek, no, así le puso el barbudo, pero en realidad era el unkle jeims, o tío Jaime, viejo indígena comedor de piedras incandescentes y escupidor de chispas intergalácticas, del antiguo territorio de los primos mas norteños de los chichimecas que bajaron al valle del Anáhuac un otro día.
Pero luego ese día de la cocina, luego de que me sacaron al fin con engaños, se esperó un rato el pinche barbudo y cuando fue a comprar una su botella de refresco amargo, paso junto a mi y me atizó un coco en la mera choya y me dijo, “otra mordidita destas y te corto un güevo y la mitad del otro, mierderito", y saz que me acomoda otro vergazo en la chonteca, "y dale gracias a tu dios chucho del prd que no te arranco tres bigotes de un jalón, solo porque te cuidan las diosas de Avalon, que si no, pinche chuchito de miércoles, ya sabrías respetar y agradecer la estancia” así me dijo y luego me dio una patada de despedida en el culo, pero ya fue patada de perdón, sin fuerza, como simbólica, como diciendo esto puede ser mas fuerte un día, “pinche bodoque”, y de ahí no dejo de decirme bodoque, "bodoque mustio", porque inducia a la vainilla a hacer travesuras y a la hora del regaño yo no fui. Así hasta que se regresó a chingar a su madre al territorio salvaje de donde ya no debe salir nunca jamás”.

No hay comentarios: